CARTA A ABBAS KIAROSTAMI
Distinguido señor Kiarostami:
Por culpa de Usted y de otros directores como Usted, estoy aburriéndome del cine norte americano y aplicando como objetivo una idea francesa: ver menos del 50% de cine de este país que el año pasado conseguí con mucho esfuerzo ya que la presencia de cine norte americano en las carteleras, es totalmente acaparador y abusivo.
Antes de ver mi primera película suya, apenas conocía nada del cine iraní, y de su país, lo que puede saber una personal europea bastante leída. Cuando comencé a leer periódicos a los diez años, era noticia el enfrentamiento del primer ministro Mossadec con el Reino Unido y los Estados Unidos para quitarles el control del petróleo y que estuvo a punto de hacer perder el trono al Sha Rezza Palhevi. Por las revistas del corazón me fui enterando de las bodas y divorcio del Sha, del nacimiento de sus hijos, la conmemoración de Persépolis, su coronación y su posterior destronamiento, con la llegada del ayatolá Jomeini.
Sabía también que la antigua Persia había sido una de las cunas de la civilización humana, en contacto y enfrentamiento con egipcios y griegos; que su población era básicamente farsi con minorías árabes, turcas, azerbaijanas, afganas y kurdistanas.
Como puede ver, no era mucho, como supongo que no sabrá mucho de España el iraní medio. Una cosa positiva es que los dos países nunca se han enfrentado, no así con los turcos que durante trescientos años fueron los enemigos de Cataluña y España. Y una coincidencia: los árabes invadieron Persia y Cataluña el año 712 D.C.
Una noche hace ocho años, antes de ir a dormir, estaba cambiando cada uno de los seis canales de televisión que podíamos ver entonces, y en un momento veo en la pantalla una especie de “casting” en medio de un prado, de unas cincuenta chicas todas de negro y la cabeza cubierta por un velo que solo permitía verles el rostro, y un director hablando con cada una de las chicas, mientras la cámara iba enfocándolas una por una hasta que se detuvo en una chica, que es la que escoge, para interpretar una historia de amor en medio de aldeas destrozadas por un terremoto. Se me pasó el sueño de golpe y seguí viendo la película hasta que la joven y su enamorado van alejándose por unos caminos divergentes. Entonces no sabía que estaba viendo A través de los olivos, y que estaba iniciando mi historia de amor por el cine iraní.
Empecé a buscar entre las críticas de cine de mi ciudad, Barcelona, y me fui enterando de quien era Abbas Kiarostami, muy respetado y premiado por la crítica.
La segunda película que vi, también por televisión, fue Buscando a mi amigo, y entonces ya estuve al pendiente de si se estrenaba otra película suya que fue El sabor de las cerezas que vi junto a mi esposa Isabel, y que de momento no le gustó. Después la volvió a ver y hoy es una entusiasta de su cine y del cine iraní.
Después pude ver El viento nos llevará, y este año vi en México, Diez, hasta ahora su última película.
Como me faltaba La vida continua, que solo he visto algunos pasajes, y Primer plano, las solicité en la embajada de Irán en México, pero no las tenían.
Así fui descubriendo el cine iraní en su conjunto. Supongo que por un error de la distribuidora, pude ver en México hace dos Navidades, Niños del cielo, de Majid Majidi, y El globo blanco, de Jafar Panahi, y también su premiada película, El círculo. Por último pude ver por televisión, El color del paraíso, de Moshes Makhmalbaf.
Señor Kiarostami me gusta el cine bien hecho, con un buen guión explicado sin prisas, sin golpes ni disparos. Si una película no me emociona, es que he estado perdiendo el tiempo y tardo en olvidarla, lo que tardo en llegar al estacionamiento del coche. No busco ninguna nacionalidad especial aunque me gusta el cine en castellano, sea argentino, mexicano, cubano, español o colombiano; prefiero no estar leyendo los subtítulos. En mi ciudad, Barcelona, somos muy cinéfilos y tenemos buenos críticos de cine que han estado educándonos el buen gusto por el cine bien hecho. Tiene más éxito en Barcelona Woody Allen que en su propio país, y la celebración del Centenario del Cine, fue un acontecimiento en la ciudad.
Fuimos resistentes cinéfilos durante la dictadura del general Franco (1936-1975), lo que nos obligó a desplazarnos a pequeños cines del sur de Francia para ver buen cine. Ahora ya no tenemos estos problemas y en cualquier día del año se pueden ver 80 películas en cartelera que pueden estar proyectándose durante un año, como la película argentina, El hijo de la novia, o la hindú, La boda del monzón. En México donde estoy residiendo ahora, solo se pueden ver 30 películas diferentes en un día y la gran mayoría de los Estados Unidos. Pero tiene Usted en México un gran crítico, Jorge Ayala Blanco que escribe los lunes en el periódico El Financiero.
Desaparecidos el gran Billy Wilder y Akira Kuroshawa, nos estamos quedando sin grandes directores como Usted, Zhang Yimou y Aki Kaurismaki, por lo que le deseo muchos años de vida y de trabajo.
Mi más sentido pésame al pueblo iraní por la catástrofe de Bam.
Cordialmente
Por culpa de Usted y de otros directores como Usted, estoy aburriéndome del cine norte americano y aplicando como objetivo una idea francesa: ver menos del 50% de cine de este país que el año pasado conseguí con mucho esfuerzo ya que la presencia de cine norte americano en las carteleras, es totalmente acaparador y abusivo.
Antes de ver mi primera película suya, apenas conocía nada del cine iraní, y de su país, lo que puede saber una personal europea bastante leída. Cuando comencé a leer periódicos a los diez años, era noticia el enfrentamiento del primer ministro Mossadec con el Reino Unido y los Estados Unidos para quitarles el control del petróleo y que estuvo a punto de hacer perder el trono al Sha Rezza Palhevi. Por las revistas del corazón me fui enterando de las bodas y divorcio del Sha, del nacimiento de sus hijos, la conmemoración de Persépolis, su coronación y su posterior destronamiento, con la llegada del ayatolá Jomeini.
Sabía también que la antigua Persia había sido una de las cunas de la civilización humana, en contacto y enfrentamiento con egipcios y griegos; que su población era básicamente farsi con minorías árabes, turcas, azerbaijanas, afganas y kurdistanas.
Como puede ver, no era mucho, como supongo que no sabrá mucho de España el iraní medio. Una cosa positiva es que los dos países nunca se han enfrentado, no así con los turcos que durante trescientos años fueron los enemigos de Cataluña y España. Y una coincidencia: los árabes invadieron Persia y Cataluña el año 712 D.C.
Una noche hace ocho años, antes de ir a dormir, estaba cambiando cada uno de los seis canales de televisión que podíamos ver entonces, y en un momento veo en la pantalla una especie de “casting” en medio de un prado, de unas cincuenta chicas todas de negro y la cabeza cubierta por un velo que solo permitía verles el rostro, y un director hablando con cada una de las chicas, mientras la cámara iba enfocándolas una por una hasta que se detuvo en una chica, que es la que escoge, para interpretar una historia de amor en medio de aldeas destrozadas por un terremoto. Se me pasó el sueño de golpe y seguí viendo la película hasta que la joven y su enamorado van alejándose por unos caminos divergentes. Entonces no sabía que estaba viendo A través de los olivos, y que estaba iniciando mi historia de amor por el cine iraní.
Empecé a buscar entre las críticas de cine de mi ciudad, Barcelona, y me fui enterando de quien era Abbas Kiarostami, muy respetado y premiado por la crítica.
La segunda película que vi, también por televisión, fue Buscando a mi amigo, y entonces ya estuve al pendiente de si se estrenaba otra película suya que fue El sabor de las cerezas que vi junto a mi esposa Isabel, y que de momento no le gustó. Después la volvió a ver y hoy es una entusiasta de su cine y del cine iraní.
Después pude ver El viento nos llevará, y este año vi en México, Diez, hasta ahora su última película.
Como me faltaba La vida continua, que solo he visto algunos pasajes, y Primer plano, las solicité en la embajada de Irán en México, pero no las tenían.
Así fui descubriendo el cine iraní en su conjunto. Supongo que por un error de la distribuidora, pude ver en México hace dos Navidades, Niños del cielo, de Majid Majidi, y El globo blanco, de Jafar Panahi, y también su premiada película, El círculo. Por último pude ver por televisión, El color del paraíso, de Moshes Makhmalbaf.
Señor Kiarostami me gusta el cine bien hecho, con un buen guión explicado sin prisas, sin golpes ni disparos. Si una película no me emociona, es que he estado perdiendo el tiempo y tardo en olvidarla, lo que tardo en llegar al estacionamiento del coche. No busco ninguna nacionalidad especial aunque me gusta el cine en castellano, sea argentino, mexicano, cubano, español o colombiano; prefiero no estar leyendo los subtítulos. En mi ciudad, Barcelona, somos muy cinéfilos y tenemos buenos críticos de cine que han estado educándonos el buen gusto por el cine bien hecho. Tiene más éxito en Barcelona Woody Allen que en su propio país, y la celebración del Centenario del Cine, fue un acontecimiento en la ciudad.
Fuimos resistentes cinéfilos durante la dictadura del general Franco (1936-1975), lo que nos obligó a desplazarnos a pequeños cines del sur de Francia para ver buen cine. Ahora ya no tenemos estos problemas y en cualquier día del año se pueden ver 80 películas en cartelera que pueden estar proyectándose durante un año, como la película argentina, El hijo de la novia, o la hindú, La boda del monzón. En México donde estoy residiendo ahora, solo se pueden ver 30 películas diferentes en un día y la gran mayoría de los Estados Unidos. Pero tiene Usted en México un gran crítico, Jorge Ayala Blanco que escribe los lunes en el periódico El Financiero.
Desaparecidos el gran Billy Wilder y Akira Kuroshawa, nos estamos quedando sin grandes directores como Usted, Zhang Yimou y Aki Kaurismaki, por lo que le deseo muchos años de vida y de trabajo.
Mi más sentido pésame al pueblo iraní por la catástrofe de Bam.
Cordialmente
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